MMT in Madrid: An Update

L. Randall Wray | March 2, 2015

Another event has been added. Hope to meet Spanish followers of MMT in Madrid this week.

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Here are some details:

 

Press release below the fold:

“Una idea no se realiza por ser lógicamente coherente ni con la verdad pura, ni con una humanidad pura que no existe más que como programa y finalidad ética general de los hombres, sino que se realiza en cuanto que encuentra justificación económica en la realidad”. Esta es la manera en la que según Antonio Gramsci deben contrastarse las ideas: mediante su expresión económica; y es precisamente así como Randall Wray expone la teoría monetaria moderna (TMM). Primero expone las ideas en las que se basa la concepción del dinero en el mundo actual y luego analiza las consecuencias de dichas concepciones. La conclusión a la que el autor llega es desconcertante. Así, podemos asegurar que ni las principales corrientes de pensamiento económico, ni mucho menos las principales corrientes de pensamiento político, entienden lo que se esconde detrás del dinero moderno. Esto es así porque no se entendió las consecuencias que conllevó el abandono del patrón oro y la adopción de un modelo basado en el dinero fíat. Cuando lo cierto es que los manuales de macroeconomía deberían haber sido reescritos y los programas políticos deberían haber sido revisados, nada cambió. Las clases de macroeconomía de las universidades siguieron con el mismo plan de estudios y los políticos mantuvieron los mismos discursos de siempre. Sin embargo, todo había cambiado, el problema es que nadie (excepto un pequeño número de economistas) hizo el esfuerzo intelectual necesario para plasmar ese cambio en la teoría económica. El esfuerzo intelectual que se realizó en el campo de la física tras la aparición de por ejemplo la teoría de la relatividad o del modelo copernicano, no se llevó a cabo en la economía tras la aparición del dinero fíat. Teoría Monetaria Moderna es la plasmación de dicho esfuerzo intelectual. En este libro se expone claramente qué es el dinero en realidad y lo que es más importante se exponen las políticas económicas que deberían llevarse a cabo para llevar a la práctica un programa político coherente con dicha realidad.

El dinero es deuda de la entidad que lo emite, no es una mercancía. Esto convierte al dinero en algo intangible, igual que lo es por ejemplo el centímetro con respecto a la longitud o el gramo con respecto al peso. Esta es la verdad del dinero fíat. Sin embargo, para el público en general este hecho es contraintuitivo, y para la oligarquía político-financiera este hecho es aterrador. Quizá por eso la difusión de las ideas de la teoría monetaria moderna resulte tan difícil. Ni los grandes medios de comunicación, ni los grandes partidos políticos, ni las principales corrientes de pensamiento económico se hacen eco de las ideas de la TMM todavía (aunque afortunadamente esto está cambiando). No obstante, la pregunta es: ¿por qué le resulta tan aterrador a las oligarquías político-financieras que el dinero sea en realidad deuda del emisor? Muy sencillo: porque los emisores de dinero desde hace por lo menos cuatro mil años han sido los estados, y desde hace varios siglos dichos estados empezaron a ser gobernados democráticamente. Por tanto, la única manera que tenían las oligarquías político-financieras de mantener su privilegios fue convirtiendo la economía en una especie de religión: “La creencia de que el gobierno está obligado a equilibrar su presupuesto cada cierto tiempo es [como] una ‘religión’, una ‘superstición’ necesaria para asustar a la población de manera que esta se comporte de la manera deseada”.

La misma oligarquía político-financiera que no tuvo más remedio que aceptar la introducción del dinero fíat en 1971 como única manera de salvar al mundo desarrollado del colapso al que le estaba conduciendo la crisis del petróleo y de las materias primas, se ve obligada al mismo tiempo a reforzar los mitos sobre el dinero basados en la intuición colectiva. Así, aunque cualquier alternativa al dinero fíat sería simplemente descabellada, se mantiene el discurso de que el estado es como una familia, y que por tanto no puede gastar más de lo que ingresa. De esta manera tan “de sentido común” es como la población acepta ideas absolutamente erróneas, como por ejemplo que las cuentas públicas siempre tienen que tener superávit, igual que una familia. Estas aberraciones macroeconómicas aceptadas por la mayoría han conllevado que la oligarquía político-financiera haya conseguido en algunos casos, como por ejemplo con la introducción del Euro, lo que nunca había soñado conseguir: arrebatar a los estados soberanos y democráticos su capacidad de emitir dinero de forma autónoma y libre.

Randall Wray desmonta uno por uno todos estos mitos y demuestra lo siguiente:

“[…] las siguientes afirmaciones NO son aplicables a un gobierno soberano emisor de moneda.

• Los gobiernos están sujetos a restricciones presupuestarias, igual que los hogares y que las empresas, por tanto tienen que recaudar fondos mediante los impuestos o mediante préstamos.

• Los déficits presupuestarios son malos y son una carga para la economía, excepto en algunas circunstancias especiales, como por ejemplo una profunda recesión.

• Los déficits públicos hacen aumentar los tipos de interés, desmantelan el sector privado y provocan inflación.

• Los déficits públicos confiscan ahorros que podrían ser destinados a la inversión.

• Los déficits públicos suponen una deuda para las generaciones futuras, el gobierno tiene que hacer recortes en el gasto o aumentar los impuestos de hoy para reducir esta carga.

• El aumento de los déficits públicos de hoy implica impuestos más altos mañana para pagar los intereses y montos de la deuda producto de los déficits.

Aunque estas afirmaciones reflejan la creencia popular, y aunque varias de ellas son más o menos acertadas si se aplican al caso de los gobiernos que no emiten su propia moneda, no tienen validez en el caso de los países emisores de su propia moneda”.

Después de rescatar la finanza funcional de Lerner, de recuperar el concepto de utilidad pública para las políticas económicas de los gobiernos, de demostrar la necesidad de volver a unir las políticas fiscales y monetarias, en definitiva, después de hacer hincapié en las diferencias que han de existir entre los principios que rigen la microeconomía y la macroeconomía, el autor introduce otro giro copernicano más: la soberanía monetaria hace posible conseguir el pleno empleo sin crear inflación.

Este es el colofón de todo el edificio teórico construido a lo largo del libro. Sin ninguna duda, se trata de la propuesta más desafiante, ya que rebate uno de los pilares fundamentales en los que se basan las políticas actualmente imperantes. Ese pilar no es otro que el de la curva de Phillips (enunciada antes de la implantación del dinero fíat). Sin embargo, también el autor demuestra en este caso lo erróneo de esta creencia y afirma: “[…] es un disparate obligar al sector privado a resolver el problema del desempleo, ya que este fue creado por la imposición de impuestos por parte del gobierno. Por si solo el sector privado nunca conseguirá (nunca lo ha hecho) el pleno empleo sostenible en el tiempo. El programa JG/ELR [trabajo garantizado/empleador de último recurso] es una necesidad lógica y empírica para apoyar al sector privado. Es un complemento, no un sustituto, del empleo en el sector privado”.

Muchos son hoy los economistas críticos con el estado de cosas imperante. Sin embargo, lo anteriormente dicho coloca a Randall Wray y a la TMM a la vanguardia de dicho pensamiento crítico. Ahora solo queda encontrar a los gobernantes que lleven a cabo sus propuestas, igual que Margaret Thatcher y Ronald Reagan hicieron con las propuestas de Milton Friedman.”

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